¿La metodología BIM tiene límites? ¿Cuándo damos por cerrada una implantación BIM? ¿Está mi empresa digitalizada por completo?
Estas son las preguntas que solemos encontrarnos (y hacernos) a lo largo de nuestros proyectos. No, el BIM no tiene límites. No, tu empresa puede estar en constante desarrollo en digitalización, pero ¿es esto sano para tu compañía?
Algo fundamental en la digitalización de una empresa es saber dónde poner líneas rojas, de lo contrario, entrarás en un círculo vicioso de constante estandarización y cambios periódicos en procesos que tendrán como resultado un efecto totalmente contrario a lo esperado. Pero lo complicado es saber dónde colocar esas líneas rojas, ya que, si no defines esos estándares, nunca sabrás si funcionan.
Esa es la gran pregunta. No hay una fórmula exacta, cada cliente, cada proyecto y cada persona tiene sus tiempos, necesidades y capacidades, por lo que es necesario hacer un estudio previo, conocer bien el producto y hacer una planificación acorde a lo que necesitas. En definitiva, elaborar un Plan de Implementación BIM/Digital.
Cómo punto de partida, no busques el paso de 0 a 100, paso a paso, una digitalización no es un proceso en el cual debas esperar un beneficio en una fase temprana, la paciencia será tu mejor aliado. Desde nuestra experiencia, de media, la digitalización de una empresa de tamaño medio empieza a dar sus frutos a partir de los tres años.
Otro aspecto clave será qué necesidades cubrir, no dejarte llevar por la corriente de hacer todo lo que ves o te cuentan. Es muy habitual empezar queriendo estandarizar procesos para todo el ciclo del activo, para todas las D’s del BIM… ¡error! Haz un modelo personalizado y lo más abierto posible a la colaboración, pero que no cubra necesidades innecesarias.
Una estrategia interesante es marcar líneas rojas en procesos clave, dando un periodo de prueba tras ellos, testar su funcionalidad y asentar los procesos antes de empezar con otros posteriores. El gran problema que nos encontraremos es que estos procesos, al final se entrelazan con procesos anteriores y posteriores en la madurez de digitalización de la empresa.
Tras la estandarización y puesta en marcha, lo ideal es marcar unos periodos de revisión, pero que estos no se conviertan en el día a día, ya que, si esto sucede, nunca tendrás un estándar, estarás en una digitalización infinita.
Por todo ello, es fundamental saber qué necesitamos realmente, de lo contrario estaremos en constante desarrollo, pero este nunca será realmente productivo debido al cambio constante del proceso.